lunes, 25 de mayo de 2020

GRATITUD

Pensando en la cala, en los patios de colegio, en el camino de regreso a casa, allí también estuvo mi alma y mi consciencia.

Un día leíste en algún cuento que un saltamontes no llegaría nunca a ser Dragón.

Con la práctica sentiste que tu pequeño dragón llevaba un gran saltamontes dentro y que no partirías de ningún lado y no marcharías a ningún otro.

Abrazas a un niño. Quizás seas tu mismo quien se abraza y te llena de luz.

Me acerqué a vosotros y para que me acercara, vosotros estabais aquí.
Y así con todo y así en todo.

Poco a poco, el uno con el otro, fuimos tejiendo y destejiendo hilos como lazos invisibles bajo un mismo Dharma, inmersos en una danza mágica tan potente que, aún sin propósito en zazen, une nuestras consciencias.

Una puerta sin puerta, una casa sin muros, un campo sin cercas.

El que abraza a un árbol vibra con el, quien ama las plantas se funde con su savia, quien abraza a un ser vivo está aún más vivo, quien ama no sabe de nada.

Solo siente.
Solo ama.